LÁZARO SALVADOR MONZÓN

Recorrió el país a bordo de "la Susanita" cosechando triunfos y trofeos, pero por sobre todo, cosechando amigos.
Partiendo desde su taller, la caravana que siempre lo acompañó por carreteras y caminos de todo el Uruguay, se convirtió en un símbolo y ejemplo del verdadero espíritu olímpico.

Su particular sentido de encarar la vida – desechando honores y oropeles, para reconocer en el respeto y la lealtad, los valores esenciales que dignifican el género humano – le merecieron su bien ganada fama de campeón generoso, de deportista íntegro, que se transformó en una leyenda viva.
Sus hazañas se comentarán por siempre en las ruedas de tuercas, en los asados y en las pistas de carreras.
Casi imbatible en la pista, supo asimilar las derrotas – que no las consideraba tales, sino accidentes del deporte – con su eterna sonrisa, contagiosa forma de ganarse la simpatía y el aprecio de ocasionales rivales.
Extraños y curiosos de todas partes lo rodeaban admirando al hombre y a la máquina: expertos y colegas se devanaban el cerebro intentando descubrir los ganadores secretos de su cachila.
No siempre fueron justos y legales los métodos para descubrir la técnica de su mecánica. Ante esas actitudes, su respuesta apenas se resumió en sonrisas burlonas, un encoger de hombros y hasta se añadieron dos tanques para recoger las piezas luego de los desconfiados desarmes para encontrar alguna trampa y que siempre resultaron vanos.
La ciencia artesanal y muchas veces improvisada que hacía volar a su Susanita, fue el triunfo mayor que se guardó en silencio.
Hasta  hoy sostiene que nunca se consideró un verdadero piloto de carreras, sin embargo en la práctica demostró toda su real capacidad en el volante.
En muchas ocasiones no bastaron las bondades de la máquina; sus manos y su coraje, en audaces maniobras lo condujeron al podium.
Caballero en la competencia, debió a veces, mantener brazo firme y sacar de troya, a más de algún intrépido que intentó avivarse. Supo frenar los ímpetus juveniles de algún desesperado, y los métodos desleales no prosperaron para arrebatarle su lugar ganado con talento y justicia.
Su verdadero orgullo es su profesión de mecánico, oficio que abrazó por necesidad siendo casi un niño y aprendió a querer hasta transformarlo en su propia vida.
 



El mayor automovilista artiguense de todas las épocas nació el 17 de diciembre de 1926. Hijo del emigrante italiano Don Angelo Salvador Campo Dell ´Orto y de Salustiana Monzón Gómez, nacida en el paraje Tamanduá, hija de emigrantes brasileños.
Es el menor de una numerosa familia y su relación con la mecánica nació muy tempranamente cuando a los 16 años comenzó a trabajar en el taller del Sr. Tabaré de las Llanas situado en calle Garzón, a media cuadra de Plaza Artigas, predio que actualmente pertenece a la familia Ayala, y hoy es utilizado como templo religioso.

En el patio de ese taller se obtuvo esta imagen donde Lázaro - quien aún no había cumplido 20 años - saluda con el brazo en alto sosteniendo una llave como auxiliar de mecánico de la máquina de carrera pilotada por el Sr. Ariel Sarachu, quien vemos sentado al volante de la misma.

Recién hacía sus primeras armas en el oficio y conjuntamente nacía la pasión por el automovilismo.
Su participación inicial por las calles de nuestra ciudad - transformadas en pistas de carrera - fue ocupando el lugar de mecánico, en aquellos coches biplazas que se utilizaron hasta los años cincuenta.


El circuito principal comenzaba en pleno centro, frente al Obelisco de la plaza Batlle y Ordoñez, lugar de partida y llegada. Se extendía hasta los caminos próximos al Cementerio, luego regresaban por la calle Andrés Cheveste entrando por Avenida Lecueder hasta completarlo.






Esta es la imagen más antigua de su participación como mecánico y piloto de su propia máquina en el comienzo de la era de los coches monoplazas.
Lo vemos frente al Obelisco, junto al Sr. C.Piriz - ayudante de mecánico - y a su gran amigo de toda la vida Sr. Ivo Morales.

NACE "LA SUSANITA"
Debido al creciente interés y desarrollo de las carreras, Artigas necesitaba un autódromo para las actividades locales y para  integrarse a las competencias  interdepartamentales y nacionales que se hacían cada vez más populares en todo el país. En la década de 1950 se construyó una pista para tales fines en el Parque Florencio Sánchez.
Aquel tipo de coches de carreras era denominadas “cachilas”, por lo tanto se acostumbraba a bautizarlas con nombres femeninos, generalmente de hijas, sobrinas o allegadas de los pilotos. En el caso de Lázaro estaba resultando difícil encontrar un nombre pues tenía tres hijos varones y era imposible decidirse por una sobrina entre un pequeño ejército, las hijas de sus 19 hermanos  y hermanas.
Pero la solución estaba allí a la vista de todos, en la hija de su amigo, cliente, y en aquel momento Presidente del Automóvil Club Artigas, el Sr. Donaldo Domínguez quien desde muy pequeña acompañaba a su padre en las visitas al taller y concurriendo a las carreras en el Autódromo Florencio Sanchez.
Fue la Sra. Susana Domínguez quien le dio su nombre a la máquina del campeón.
En la siguiente imagen la vemos sonriente, sosteniendo un trofeo junto a Lázaro que está sentado al volante de la  recientemente bautizada “Susanita”  que en aquella temporada era de color rojo y llevaba el Nº3
Arriba vemos a Susana Domínguez de pie dentro de "La Susanita".

Aquella máquina fue creada, montada y preparada en ese mismo taller por su piloto y recorrió el país durante casi 25 años ganando - al menos una vez - en cada una de las pistas donde corrió. Y resultó invicta en el ámbito local en aquellas carreras que logró completar y cruzar la línea final.
Las excepciones fueron algunos abandonos por desperfectos mecánicos o debido a trompos o salidas de pista, y un par de accidentes: un vuelco y un pequeño incendio sin mayores consecuencias.
En la primera posición como en la mayoría de las veces por lograr los mejores tiempos clasificatorios

Con amigos en el taller: Javier Darío Arbiza - Lázaro Salvador Monzón - Tabaré De Souza Vivián - Martínez (diseñó y construyó la carrocería) - Carlos Calafi - Sr. Cunha - Juvenal Alvez - Luis Dos Santos - José Pedrón y Tabaré De Souza Castilho. Sentado al volante un hermano de Lázaro,  Hector Salvador Monzón
Preparándose para entrar a la pista. Empezando por la derecha: Walter Ariel Salvador Da Costa (Pato) - Luis Angel Salvador Da Costa - Juan Morales - Gustavo Cazabonnet - Sr. Alvez - Chino Salvador - Roberto Lemos -
                     En una carrera en el autódromo local del Parque Florencio Sanchez



    Atendiendo a la prensa en el Autódromo del Parque Florencia Sanchez

NOTA: Esta página continúa en construcción, en breve, algunos amigos le harán un homenaje a Lázaro y habrá una exposición fotográfica organizada por el amigo Juan Guedes. También intentaremos exhibir a "la Susanita" a pesar de que ya no cuenta con la carrocería.
Ha resultando la página más difícil y emocionante de hacer, intentando ser lo más justo y objetivo posible, algo complicado para un hijo orgulloso de este notable deportista que además es su padre.
Por eso me permito una imagen familiar y personal para sellar la primera parte de esta historia.

Una imagen reciente de Lázaro junto a su esposa Marcia Da Costa ( compañera de toda una vida, se conocieron hace 70 años, ella con 14 y el 16 ) su nuera Else Lehmann y su hijo mayor José Salvador Da Costa, autor de esta página.